miércoles, 24 de noviembre de 2010

POR QUÉ TAMPOCO SOY PSICÓLOGO COGNOSCITIVISTA

En su recordado artículo, Skinner dio sus razones para no ser un psicólogo cognoscitivista, aun en plena efervescencia de la "revolución cognitiva" (sobre el mito de la revolución cognitiva habremos de publicar otra entrada próximamente). En esta oportunidad no voy a resumir el artículo de Skinner. Más bien, voy a presentar de manera sintética los argumentos más generales con los que creo que estará de acuerdo casi cualquier conductista, sobre el porqué no es buen negocio ser psicólogo cognoscitivista.

¿Qué es el cognoscitivismo? En buena cuenta, es la creencia de que la conducta observable de los individuos puede y debe explicarse como expresión de procesos, funciones o estructuras mentales. En suma, que el conocimiento del "estado interno" del individuo es fundamental para explicar el comportamiento. O sea, el mentalismo tradicional. Por supuesto, es fácil mostrar el carácter ideológico de tal concepción. De Moore (2003) recojo el siguiente ejemplo propuesto por Jerry Fodor, uno de los cognoscitivistas más radicales. El ejemplo trata acerca del funcionamiento de una máquina expendedora de gaseosas. Suponga que un individuo coloca en la máquina una cantidad de monedas inferior al precio de compra y se va. Luego viene otro individuo que también coloca monedas en esa misma máquina la cual, como es lógico, entregará la lata de gaseosa a este segundo individuo, aun antes de haber completado el precio de compra. Fodor argumenta que la operación de la máquina se describe apropiadamente en términos de estados internos: ¿cuán lejos está la máquina del precio de compra? Finalmente, entonces, si se conoce este estado se puede conocer qué input producirà el output.

Lo ideológico de esta caracterización es el intento de convertir en "estado interno" un proceso histórico externo: las monedas que ya fueron puestas en la máquina. El ejemplo de Fodor ilustra el caso de la conversión de los eventos contextuales e históricos en un "estado interno". Se dice que uno responde a las cosas según como las "percibe", las "interpreta" o como están en su "conciencia". ´Pero esta "explicación" no es explicación a menos que esa misma percepción, interpretación o estado consciente hayan sido a la vez explicados. Por supuesto, la explicación está en los factores contextuales e históricos que el cognoscitivista pretende ignorar. En suma, la "percepción" particular que uno tiene de las cosas depende de los factores contextuales presentes y de la experiencia pasada de ese individuo.

Supongamos, sin embargo, que ante esta crítica, el cognoscitivista argumente que ciertos estados internos no pueden ser explicados como resultado de la acción de factores contextuales e históricos. Este puede ser un argumento formidable en favor del cognoscitivismo. De hecho, ciertas formas de respuesta ante estímulos poseedores de determinadas características parecen hallarse pre-establecidas por medio de mecanismos cerebrales, tal sería el caso, por ejemplo, de los principios gestálticos de la percepción. Por supuesto, nadie negaría que puedan existir ciertas predisposiciones para responder de una u otra manera ante determinados estímulos. Pero, ¿de qué se trata cuando hablamos ya no de de predisposiciones compartidas por todos los miembros de la especie, sino de procesos mentales individuales, como cuando se dice que cada uno tiene una manera diferente de percibir el mismo estímulo? ¿cómo se explicarían los estados internos individuales que, supuestamente, no se originan en la experiencia real del sujeto con su medio ambiente? ¿Habría que suponer que la "mente" o el cerebro tienen poderes creativos? ¿Se podría hablar en pleno siglo XXI de generación espontánea de pensamientos e ideas en el cerebro? En realidad, si bien muchos neurocientíficos son propensos a creer en un "cerebro creativo", hay también mucho escepticismo al respecto. Por ejemplo, Freeman (1997), un neurocientífico, muestra que la manera en que el sujeto percibe el estímulo depende del contexto y su experiencia pasada. No hay nada que avale la estrambótica posibilidad de que el cerebro genere espontánea e impredeciblemente las respuestas de un individuo.
Creo que con esto están claras las razones de por qué, en general, los conductistas no somos psicólogos cognoscitivos.


REFERENCIAS

Freeman, W. J. (1997). Three centuries of category errors in studies of the neural basis of consciousness and intentionality. Neural Networks, 10, 1175-1183.

Moore, J. (2003). Explanation and description in traditional neobehaviorism, cognitive psychology, and behavior analysis. En: Lattal, K. A. & Chase, P. N. (Eds.) Behavior theory and philosophy. (pp. 13-39). Nueva York: Kluwer Academic.

1 comentario:

  1. Hola!! Tu dices:"... En su recordado artículo, Skinner dio sus razones para no ser un psicólogo cognoscitivista..."
    Quisiera saber o si me pudieras pasar el link de dicho articulo o lectura. Tengo entendido que la lectura se llama " por qué no soy un psicologo cognitivista"
    Ojala puedas ayudarme. Gracias

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